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Revista Contable nº 57
Revista Contable nº 57
España (reuniones, negociaciones, coaliciones…) y para completar el menú las noticias nos sirven en frío el plato del día con otros guisos: la corrupción que no cesa, la elevada cifra de desempleados y la falta de calidad del empleo; el recelo y desconfianza de los inversores, las asimetrías fiscales entre comunidades que provocan desigualdades entre los ciudadanos contribuyentes por razón de su residencia, etc.
Mientras, otros comensales de la Comisión Europea presionan políticamente para que no se desacelere a medio recorrido la repleta e intensa agenda de recetas y reformas, condimentadas por el ahora equipo cocinero en funciones que intentan que los suflés de deuda externa y deuda pública que se encuentran en máximos históricos, no sigan aumentando, obligados como están –para contentar a esos otros comensales de paladar exquisito– a captar aproximadamente 300.000 millones del exterior para refinanciar la deuda.
El margen de actuación en las políticas económicas por parte del jefe de fogones se circunscribe al plato único de la política fiscal, toda vez que la política monetaria y cambiaria es competencia del Banco Central Europeo y, por tanto, potestad exclusiva de la Unión Europea.
Hasta ahora, las medidas de política fiscal expansiva para influir en la variación de los ingresos y gasto públicos, implementadas para la contención y corrección del déficit público, han venido de la mano de disminuir el gasto público, que no es plato de buen gusto, por el consiguiente desencanto y rechazo social, al incidir directamente en la merma de los servicios sociales que el Estado presta a los ciudadanos, aderezado de una controlada y limitada bajada impositiva.
La otra fórmula, la que queremos y anhelamos todos –gobernantes, políticos, agentes económicos y ciudadanos– de sustituir el menú del día o el plato combinado por el plato degustación para combatir el déficit público, es el crecimiento económico.
No debemos olvidar que el “puedo prometer y prometo” de los programas electorales debe basarse en la madre del cordero que es la política fiscal, siendo una parte esencial de la misma los impuestos; sencillamente, sin impuestos y su recaudación no se pueden configurar comandas presupuestarias que mejoren el gasto y la inversión social.
Este símil culinario que, por cierto, nada tiene que ver con la realidad de la cocina española que está en las cotas más altas de popularidad mundial y son nuestros famosos cocineros, los de verdad, casi los únicos que suman en estos días en la denominada marca España. En la sustancia del tema, me hago eco de la afirmación de Paul Krugman, Premio Nobel de Economía en 2009, la productividad no lo es todo, pero a largo plazo lo es casi todo. El crecimiento per cápita sostenible a largo plazo depende en gran medida de que se consiga aumentar la productividad agregada de su población activa.
Los profesionales tributarios observamos de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, el pragmatismo locuaz de nuestros políticos para convencer al proponer medidas tributarias contrapuestas para gobernar, más que el significado negativo del movimiento de cabeza, se trata de una mirada de soslayo a los programas fiscales, que producen inquietud y recelo ante las sustanciales diferencias entre las propuestas de los cuatro contendientes a Masterchef de la Moncloa; estaremos expectantes a ver quién se lleva la estrella para sus fogones, a la postre y en la seguridad que nos tocará, como siempre, meternos en harina y realizar el gran esfuerzo de formación y reciclaje profesional ante las futuras recetas que se avecinan en nuestro extraordinario y complejo sistema tributario.
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